A nuestros amigos, les dejamos con comentarios de tres obras del escritor peruano Ken Sánchez, cargado de realismo urbano. Un escritor a seguirle los pasos.
Afincado también en esta zona de nuestra Lima.
Pecado
de Ken Sánchez
Ken Sánchez ha publicado libros
de poesía como Canto de amor y vida,
libros de cuento como La Sombra de vivir
y una novela Vivir muerto. Este año
nos presenta Pecado, que es una
novela breve que trata sobre la transformación de un personaje. Hemos visto, en
el breve recuento de sus libros, que hay una fuerte conexión de su literatura
con la intensidad de la vida, podemos conjeturar una voz insular que irrumpe en
el entramado de la realidad, y de una realidad tan compleja como la peruana. En
Pecado se cuenta la historia de Juan
y se desarrolla entre Huaraz y Lima. Ken Sánchez, quizás como egresado de la
Escuela de Arte de Huaraz, ha trazado muy bien el perfil de su protagonista,
haciéndonos partícipes de su mundo interno, con retratos plenos de lirismo, y con
una visión de un mundo que el protagonista no logra vencer. Como en el
romanticismo Juan se da al amor con una entrega total, y como una forma de
abrirse un camino en la vida, en donde pueda, todavía, caber la ternura. Si
bien el narrador juega con los estereotipos del romance fracturado, de la
imposibilidad del amor, hay algo importante que nos revela Pecado, y es la crueldad de una realidad que se empeña en matar
toda ilusión en pos de un, llámese, materialismo o capitalismo del amor. Si
bien este tema es un tópico antiguo en la literatura universal, el autor se ha
dado maña para mostrar el lado cruento de sus improntas. Juan es un personaje que no puede enfrentarse
solo a todo un sistema demoledor de lo individual, y por eso se automargina,
como una forma lírica, poética, de rebelarse. Cuando se lee la novela, desde la
inocencia de la infancia hasta la separación de los adolescentes amantes, uno se
pregunta qué sucederá con Juan y con su pareja, Julia. Este es el punto de la
trama en donde entra el realismo a tallar con más fuerza a lo Emile Zola o
Enrique Congrais. Del idílico lugar en donde se desarrolló su primer amor, nos
trasladamos a una ciudad degenerada, corrupta, decadente, en donde parece
imposible que nazca de nuevo el amor en el protagonista. Parece indicarnos Ken
Sánchez que no hay opción ya para el amor puro en esta época de rapiña y lobos,
o al menos, allí, en una ciudad que doblega toda pasión. Cito unas ideas sobre el amor del filósofo esloveno Slavoj Zizek "¿No
es el amor precisamente una especie de desequilibrio cósmico? Siempre he tenido
cierta repugnancia hacia esa noción de 'yo amo al mundo', el amor universal. No
me puede gustar el mundo. Básicamente, estoy entre 'yo odio al mundo' y el 'tengo
indiferencia hacia ello'. Amor es, para mí, un acto extremadamente violento.
Amor no es 'los amo a todos'. Amor significa: selecciono algo y es, de nuevo,
la estructura del desequilibrio. Aún cuando esto solo sea un pequeño detalle:
una frágil persona individual, yo digo 'Te amo más que a cualquier cosa'. En
este preciso sentido formal, el amor es el mal". Esto nos dice el filósofo
para estos tiempos de modernidad líquida, sociedad líquida o amor líquido como
diría otro filósofo, Zygmunt Bauman, para definir el actual momento de nuestra
historia “en el que las realidades sólidas de nuestros abuelos, como el trabajo
y el matrimonio para toda la vida, se han desvanecido. Y han dado paso a un
mundo más precario, provisional, ansioso de novedades y, con frecuencia,
agotador”. Es así que vemos en Pecado
cómo el amor se transforma, también, a la par que sus personajes, y se
vuelve el mal con aquella violencia pasional que hoy en día se ve en el mundo. Pareciera
que mientras más consciente somos del mal y de dónde proviene, más resistencia
hay en los instintos del animal humano, esos bajos instintos de donde nace el
pecado, palabra que con acierto ha titulado Ken Sánchez a esta su nueva
producción narrativa. Podemos leerla, entonces, como una historia sensible y cruda
de la experiencia del amor en tiempos del mal, una novela en donde se
confrontan la moral, lo antimoral y la amoralidad, con un estilo por ratos
poético, por ratos cercano a lo oral, intercalando poemas y monólogos, que se
detiene en los detalles emocionales y de los objetos que son protagonistas,
también, de esta ficción sentimental que, creemos, calará a fondo en la
resistencia del corazón de los lectores.
Miguel Ildefonso. Calle
NN, Agosto de 2018.
LA
SOMBRA DE VIVIR,
tragos y violencia en
los cuentos de ken Sánchez
*Por: Jack Flores
Los libros de cuentos o novelas, muchas veces
suelen ser autobiográficos, ¿pero cuánto de eso es real? ¿Cuánto de lo narrado
es verdad? No lo sabemos con exactitud, y a decir verdad, tampoco importa. Lo
que sí importa es que lo narrado cobre autonomía de la realidad y devenga algo
así como una realidad paralela. Un mundo ficticio que convive con la realidad y
nos lleva -a los lectores y autores- a
vivir mejor en la realidad. Ken Sánchez ha hecho algo parecido: se ha apoyado
en vivencias personales y no personales para elaborar su tragicomedia de
tragos, camaradería y violencia. Su libro la sombra de vivir, tiene todas esas características:
hay risas, hay lágrimas, hay amistad y hay violencia, terrible violencia que
exacerba tratándose de una injusticia social. Y vamos con el primer cuento: Buscando
trabajo, donde el personaje, alter ego del autor, es un pintor sin empleo, que
zamaqueado por su mujer, anda buscando trabajo:
"Ya me tienes harta con eso de la música
y la guitarra, que el artista y su genialidad, que el cantante y su fama; eso
es para vagos y borrachos. Busca trabajo en vez de pensar en vaguerías."
Pero el pintor no consigue fácilmente trabajo, sobre todo a causa de su
desmedida afición a la bebida -y aquí también hay una semejanza con el autor-.
Y deambulando, borracho, llega a una comisaria donde rompe una ventana con una
piedra, logrando de ese modo tener una ocupación: limpiar los waters del puesto
policial, luego de pasar una noche encerrado. El cuento termina con el
personaje enfrentándose a su mujer y a la pesadilla de escuchar sus gritos: "lucho
se tapó con la frazada y se quedó dormido como si fuese un recién nacido; pero
en sus sueños su mujer le llenaba de un
mar de gritos: ¡carajo, vaya a trabajar, te están esperando!"
(Aquí hay que hacer un deslinde con la
realidad, pues el autor, que yo sepa, no tiene mujer y no está casado).
El segundo cuento también tiene relación con
los tragos, y hasta el tercero y cuarto; hay como una celebración de la cerveza
en boca de los personajes, y hasta del narrador: expresiones como: el cáliz
fraterno, la resaca de una buena curda, la danza de los vasos con la botella, la
misa, dan testimonios de este buen trato a la bebida. Pero no todos los cuentos
son de camaradería, de amor por la bebida, también hay de violencia, de
exaltada violencia. La sombra de vivir, el cuento que da título al libro, es la
historia de un personaje que está caminando por las calles, de noche, y de
pronto repara que su cuerpo no proyecta sombra, ¿Qué?, no veo mi sombra, ¿Qué
me está pasando?, ¿soy acaso el hombre sin sombra? Se tocó mil veces el cuerpo
como diciéndose, soy un sueño o una realidad, pero ni siquiera había una señal
de su sombra.
Entonces vio otra vez alrededor suyo y nada,
ni su sombra ni nada.
Y rodó por la gran urbe llamada lima buscando
la razón de estar vivo o muerto.
Y llegó a un lugar conocido, se detiene.
¿Cómo, estoy en Huarás?
¿Qué está sucediendo?
Hace un minuto estuve caminando por la
avenida Tacna, del centro de Urna, y termina mis pasos en la avenida Luzuriaga,
de Huaras, ¿Qué es esto, carajo?
Y el personaje sin sombra llega a recordar la
pelea con una mujer y la violencia que ella le propinó hasta dejarlo sin
sombra.
Un cuento que, como vemos, tiene tintes fantásticos,
pero que en realidad es la violencia de una mujer despechada a su pareja.
Pero donde mas se grafica la violencia es en
el cuento Sombra de la muerte, donde una mujer, consejera regional de Huaras,
lucha contra la corrupción y muerte, de malos funcionarios de su región. Y su final,
es trágico. Pero lo que más impacta del cuento es el grado de violencia que ha
retratado el autor, la impunidad que alardeaban los corruptos.
Y aquí sí no hay nada autobiográfico, pero sí
el interés del autor que supongo ha sido testigo de la violencia y corrupción
en su departamento, y que lo ha llevado a la escritura como medio de protesta y
de lucha contra la injusticia.
Eso es algo que tiene tradición en los
escritores y artistas latinoamericanos, con la acotación que ahora los
gobiernos ya no persiguen a los escritores, sino buscan ganárselos, darles
alguna prebenda, un lugar y caricaturizarlos, para que su lenguaje y protesta suene
falso, y no llegue a su público.
Y es en el otro cuento Sombra gris, donde
también se ve la violencia e injusticia; un joven profesor amenazado de muerte
por un grupo subversivo, que ante la determinación del docente de no abandonar
el lugar ni aceptar ser parte del grupo, consigue la muerte, dejando viuda y
huérfanas en su familia.
Por su mente del profesor habían pasado
muchas ideas para el futuro de sus hijos y el envejecer junto a su esposa, pero
no pasó así, la parca lo adelantó poniéndole una piedra en el camino que se
extendía desde su infancia y juventud, su estudio....llego a ser adulto y morir
por la misma suerte de la vida.
Y sigue un recuerdo de la esposa del profesor
donde se ve su trayectoria para hacerse profesional y llegar a formar su
familia.
Nunca esperé este final para nuestro amor que
fue grande e inmenso como las cumbres que nos protegen y nos cuidaran hasta
nuestros últimos días.
La madre cayó destrozada en un hondo recuerdo
que le fulminó el corazón, bañándola en un rio de lágrimas; las tres hijas la
abrazaron uniendo sus dolores, sintiendo ver al padre que se levantaba, para
decirles: ¡No se dejen derrotar, vencerán!
Y así culmina este breve r cuento por el
libro de Ken Sánchez, con sus obsesiones y bebidas, y lucha, claro, y su afán
por seguir escribiendo y mostrando sus demonios azules que, gracias al arte de
la escritura, cambian de color, y hasta les tomamos cariño, por servir de
inspiración y acompañarnos en nuestro diario vivir como escritores.
Gracias,
Lima 20 de julio de 2017
VIVIR MUERTO
del Autor Ken Sánchez
Esta novela breve,
pero enjundiosa, nos trasporta por un alucinante itinerario de vida, muy a
menudo sombría y a veces jaranista y divertida de su protagonista: El
Negro.
Éste, un joven
soñador e idealista que tras culminar la secundaria, se debatía entre el dulce
delirio de amar a una mujer y la vehemente pasión por la poesía. Pues su
arraigado hábito por la lectura, lo lleva a concebir mundos perfectos e
insospechados en su ser se desvivía por convertirse pronto en un célebre poeta,
a fuerza de viva inspiración y ávida lectura de cuanto libro encontrara.
En un contexto
sociopolítico, plegados de subversión Senderista, corrupción eclesiástica y
vida provinciana paupérrima, al Negro le tocó sufrir los inexorables avatares
de su destino.
En su tierra natal:
Huarás, cual si fuese un sabio trashumante, recorrió senderos, plazas y montes
casi infranqueables, siempre con un libro o revista literaria en la mano, al
tiempo que suspiraba y le cantaba a los ríos diáfanas profundos, a las tiernas
avecillas en su jolgorio, ala virginal floresta y al auroral firmamento.
Al enamorarse por vez
primera, y justo de la mujer de sus sueños que le había vislumbrado desde niño,
su amor por Anna fue tal que se tornó en una suerte de dulce dicha y encanto
que en el calma de su éxtasis y desesperación degeneró, al final, en tragedia.
Pero antes de éste
terrible desenlace, el Negro viaja a Huancayo para postular a la Universidad de
esta provincia, con el fin de cristalizar sus ansiados sueños de convertirse
pronto en un conspicuo docente y escritor.
Una vez ahí,
empezaron sus demás conquistas amorosas, aunque larvadas de una infelicidad
compulsiva suya, pintándola de cuerpo entero no solo como un enamorado noble y
casto en sus sentimientos, si no como bribón y canalla con su ocasional amante.
Entonces encarnando lo valores sublimes del amor y la sabiduría, asistimos a su
vez, a la mórbida veleidad carnal, que no es sino su acostumbrada frivolidad e
infantilismo con que actúa.
Pues así como era de
temperamento arisco y taciturno con la gente y sus condiscípulos
universitarios, también se deleitaba con cierto desenfreno de la cálida costumbre
así al baile, a la bebida y a la bohemia.
Apenas sellaron su
pacto de amor con Anna, ésta le narró entre llantos y con inefable dolor, la
vil desventura de su madre: el abuso sexual que había sufrido Elizabeth, su
madre, perpetrado por un abominable cura de la Iglesia que por desgracia era el
único de la comunidad. Contándole entonces, muy sollozante y con el corazón en
la mano, acabó confesándole al Negro que lo detestaba a muerte a éste “mal siervo de Dios”, no era más que un
repulsivo monstruo con alma de diablo, además de asegurarle que no podía aún
perdonar a su madre y que por ello ésta vivía avergonzada y atormentada.
Pronto el Negro, ya
en Huancayo, conquista con una poética picardía a una mujer sagaz y apasionada.
Pues se diría que allí encontró a la mujer que cubría todas sus necesidades de
estudiante y ella saciarse carnalmente le daba todo hasta engreírle, darle todo
sus caprichos y por consiguiente ayudándole ha sobre vivir en un pueblo ajeno
al de él. Luego de un tiempo, él descubre con cruel decepción, que ella la
engañaba, solo era utilizado para dar rienda suelta a sus bajas pasiones; mas
él, le hacía difícil y doloroso renuncia a ella, a sabiendas que estaba con
ella, porque con ella estaba amparado pecuniario que por el amor absoluto que
le había jurado a ésta.
Tras alocadas
aventuras amorosas con otras jóvenes de la universidad, se ve involucrado como
líder intelectual de una revista que empezaron a publicar, en la que ponían de
manifiesto su lineamiento ideológico marxista, con proclamas algo incendiarias
y provocadoras en contra el sistema reinante de la época.
Una madrugada,
militares intervinieron las instalaciones donde se editaba la revista, siendo
capturados los ahí presentes, siendo torturados y luego desaparecidos sin rastro
alguno, por fortuna el Negro no había estado con ellos, pronto recibió una
llamada de uno de sus amigos cautivos que le alarmó sobre su inminente captura
por los militares que le estaban pisando los talones, entonces muy aterrado,
desesperado termina abandonando a Irma, su abnegada enamorada, dejándola en
total desamparo, sabiendo que estaba embarazada. Sin embargo en ella pudo más
el gran amor que sentía por el Negro, valía más su vida de éste que prefirió
apiadarse de él y resignarse con hondo pesar a vivir sin su amor el Negro por
el resto de su vida.
De regreso a Huarás,
su tierra Huarás, vuelve a los brazos de su amada Anna, con la que decide
casarse al amparo de la buena voluntad y consentimiento de sus padres. Pero al
poco tiempo, su embrazo de Anna, resultó ser trágico. Una madrugada, después de
haber asistido a la festividad patronal, se sobrevino a ella, unos horribles
dolores que no pudo soportar más, sin presagiar una fatal desgracia.
Su madre la condujo
de emergencia al Hospital, mientras ella en el camino se retorcía de una
terrible dolencia. Al llegar a dicho centro, los médicos al contemplar su
palidez cadavérica, certificaron con
cierto estupor que Anna había muerto.
El Negro, al saber,
horas después, quedó destrozado su corazón, embargado por la siniestra
decepción de esta vida, sucumbió en el maldito alcohol del que nunca jamás se
apartó. En esos aciagos días, después de la muerte de su amada, deambulaba algo
trastornado por las cantinas. Pese a unas semanas de internamiento
psiquiátrico, volvió a escapar para sumergirse en su demoniaco infierno. Así,
bajo la inclemente intemperie, continua con sus malas andanzas, ahora ya
padeciendo él de una severa encefalopatía y matando a cóleras a la vez a sus
pobres progenitores. A raíz de su comportamiento díscolo y casi esquizofrénico,
muere su madre y luego su padre, para su peor devastación y desgracia de él.
El Negro, al verse
desamparado y asqueado por todo el mundo, es llevado de misericordia por su
exsuegra: Elizabeth, madre de Anna, la joven finadita, al sanatorio, donde
atormentado por un sordo dolor y terribles desvaríos de amor; así evocándola y
llamándola a viva voz a su amada, muere el Negro sumido en la infame locura, en
una lóbrega lastima.
En esta historia, nos sumergimos en una gravitante
romántica del autor, que por momentos pareciera rayar en el tierno desvarío y
una abrumadora nostalgia que contrasta insólitamente en sus recurrentes
monólogos interiores, tan semejante a aquél “flujo de conciencia” en “Ulises de
James Joyse, donde al igual que Molly Bloom, el Negro intenta explorar más que
su mundo circundante los intercalados misterios de su propia alma, buscándose
así mismo sin lograrlo hasta su muerte. Su actitud pesimista y su visión feísta
e irracional frente a mundo lo atormenta en el irónico trajinar de su
existencia, mitigada a ratos con el goce efímero de ciertos placeres carnales
con risueñas amantes que él conocía”.
Al comienzo, destila
en su prosa un espíritu anticlerical que condena la burda hipócrita, la
bestialidad de aquél sacerdote, sátiro e inmisericorde contra Elizabeth, madre
de Anna. Quien llegó a odiarlo a muerte por su monstruosa villanía, y no
aceptar nunca como su padre.
Su compulsivo delirio
con que vive, da la sensación que si pues “Vive Muerto”, sobresaltado muy a
menudo, suspirando y hablando solo como fuese un orate, arrastrada por su
implacable demonio interior que lo abstrae de su cruel realidad, divagando como
entre sueños, cual gemebundo forastero, tan igual que “El Extranjero” del
existencialista Albert Camus. Con sensación onírica, va tropezando,
renqueándose por el mundo sórdido, muy perplejo y atormentado con su descarnado
dolor, al tiempo que solía ser acariciado por una bendita brisa de amor, tan
reconfortante y divina de una dulce mujer de la que solo la muerte lo separó.
Con fina ironía, Ken
Sánchez, revela su raigambre surrealista, su prístina prosa poética todo el
vivo contexto de la novela, emulando con chispeante genio aquél verbo lírico de
César Vallejo y su predilecto novelista colombiano: J.M, Vargas Vila con su
“Flor de Fango”. Sin duda, “Vivir Muerto”, es una palpitante historia, quizá
autobiográfico de Ken Sánchez, quien, lejos de meros verbalismos o bizarra grandilocuencia, nos da lo cuenta con gran
dilección y estremecedor realismo, con tal sobriedad y desnuda franqueza que
jamás consiguió sustraerse a su maquinal extravió y dolor, el Negro.
*Jaime Sánchez