sábado, 2 de febrero de 2019

La narrativa del escritor Ken Sánchez


A nuestros amigos, les dejamos con comentarios de tres obras del escritor peruano Ken Sánchez, cargado de realismo urbano. Un escritor a seguirle los pasos.
Afincado también en esta zona de nuestra Lima.







Pecado 

de Ken Sánchez

Ken Sánchez ha publicado libros de poesía como Canto de amor y vida, libros de cuento como La Sombra de vivir y una novela Vivir muerto. Este año nos presenta Pecado, que es una novela breve que trata sobre la transformación de un personaje. Hemos visto, en el breve recuento de sus libros, que hay una fuerte conexión de su literatura con la intensidad de la vida, podemos conjeturar una voz insular que irrumpe en el entramado de la realidad, y de una realidad tan compleja como la peruana. En Pecado se cuenta la historia de Juan y se desarrolla entre Huaraz y Lima. Ken Sánchez, quizás como egresado de la Escuela de Arte de Huaraz, ha trazado muy bien el perfil de su protagonista, haciéndonos partícipes de su mundo interno, con retratos plenos de lirismo, y con una visión de un mundo que el protagonista no logra vencer. Como en el romanticismo Juan se da al amor con una entrega total, y como una forma de abrirse un camino en la vida, en donde pueda, todavía, caber la ternura. Si bien el narrador juega con los estereotipos del romance fracturado, de la imposibilidad del amor, hay algo importante que nos revela Pecado, y es la crueldad de una realidad que se empeña en matar toda ilusión en pos de un, llámese, materialismo o capitalismo del amor. Si bien este tema es un tópico antiguo en la literatura universal, el autor se ha dado maña para mostrar el lado cruento de sus improntas.  Juan es un personaje que no puede enfrentarse solo a todo un sistema demoledor de lo individual, y por eso se automargina, como una forma lírica, poética, de rebelarse. Cuando se lee la novela, desde la inocencia de la infancia hasta la separación de los adolescentes amantes, uno se pregunta qué sucederá con Juan y con su pareja, Julia. Este es el punto de la trama en donde entra el realismo a tallar con más fuerza a lo Emile Zola o Enrique Congrais. Del idílico lugar en donde se desarrolló su primer amor, nos trasladamos a una ciudad degenerada, corrupta, decadente, en donde parece imposible que nazca de nuevo el amor en el protagonista. Parece indicarnos Ken Sánchez que no hay opción ya para el amor puro en esta época de rapiña y lobos, o al menos, allí, en una ciudad que doblega toda pasión. Cito unas ideas sobre el amor del filósofo esloveno Slavoj Zizek "¿No es el amor precisamente una especie de desequilibrio cósmico? Siempre he tenido cierta repugnancia hacia esa noción de 'yo amo al mundo', el amor universal. No me puede gustar el mundo. Básicamente, estoy entre 'yo odio al mundo' y el 'tengo indiferencia hacia ello'. Amor es, para mí, un acto extremadamente violento. Amor no es 'los amo a todos'. Amor significa: selecciono algo y es, de nuevo, la estructura del desequilibrio. Aún cuando esto solo sea un pequeño detalle: una frágil persona individual, yo digo 'Te amo más que a cualquier cosa'. En este preciso sentido formal, el amor es el mal". Esto nos dice el filósofo para estos tiempos de modernidad líquida, sociedad líquida o amor líquido como diría otro filósofo, Zygmunt Bauman, para definir el actual momento de nuestra historia “en el que las realidades sólidas de nuestros abuelos, como el trabajo y el matrimonio para toda la vida, se han desvanecido. Y han dado paso a un mundo más precario, provisional, ansioso de novedades y, con frecuencia, agotador”. Es así que vemos en Pecado cómo el amor se transforma, también, a la par que sus personajes, y se vuelve el mal con aquella violencia pasional que hoy en día se ve en el mundo. Pareciera que mientras más consciente somos del mal y de dónde proviene, más resistencia hay en los instintos del animal humano, esos bajos instintos de donde nace el pecado, palabra que con acierto ha titulado Ken Sánchez a esta su nueva producción narrativa. Podemos leerla, entonces, como una historia sensible y cruda de la experiencia del amor en tiempos del mal, una novela en donde se confrontan la moral, lo antimoral y la amoralidad, con un estilo por ratos poético, por ratos cercano a lo oral, intercalando poemas y monólogos, que se detiene en los detalles emocionales y de los objetos que son protagonistas, también, de esta ficción sentimental que, creemos, calará a fondo en la resistencia del corazón de los lectores.

Miguel Ildefonso. Calle NN, Agosto de 2018.











LA SOMBRA DE VIVIR,
tragos y violencia en los cuentos de ken Sánchez

*Por: Jack Flores


Los libros de cuentos o novelas, muchas veces suelen ser autobiográficos, ¿pero cuánto de eso es real? ¿Cuánto de lo narrado es verdad? No lo sabemos con exactitud, y a decir verdad, tampoco importa. Lo que sí importa es que lo narrado cobre autonomía de la realidad y devenga algo así como una realidad paralela. Un mundo ficticio que convive con la realidad y nos lleva -a los lectores y autores-  a vivir mejor en la realidad. Ken Sánchez ha hecho algo parecido: se ha apoyado en vivencias personales y no personales para elaborar su tragicomedia de tragos, camaradería y violencia. Su libro la sombra  de vivir, tiene todas esas características: hay risas, hay lágrimas, hay amistad y hay violencia, terrible violencia que exacerba tratándose de una injusticia social. Y vamos con el primer cuento: Buscando trabajo, donde el personaje, alter ego del autor, es un pintor sin empleo, que zamaqueado por su mujer, anda buscando trabajo:

"Ya me tienes harta con eso de la música y la guitarra, que el artista y su genialidad, que el cantante y su fama; eso es para vagos y borrachos. Busca trabajo en vez de pensar en vaguerías."

Pero el pintor no consigue  fácilmente trabajo, sobre todo a causa de su desmedida afición a la bebida -y aquí también hay una semejanza con el autor-. Y deambulando, borracho, llega a una comisaria donde rompe una ventana con una piedra, logrando de ese modo tener una ocupación: limpiar los waters del puesto policial, luego de pasar una noche encerrado. El cuento termina con el personaje enfrentándose a su mujer y a la pesadilla de escuchar sus gritos: "lucho se tapó con la frazada y se quedó dormido como si fuese un recién nacido; pero en sus sueños su mujer  le llenaba de un mar de gritos: ¡carajo, vaya a trabajar, te están esperando!"
(Aquí hay que hacer un deslinde con la realidad, pues el autor, que yo sepa, no tiene mujer y no está casado).

El segundo cuento también tiene relación con los tragos, y hasta el tercero y cuarto; hay como una celebración de la cerveza en boca de los personajes, y hasta del narrador: expresiones como: el cáliz fraterno, la resaca de una buena curda, la danza de los vasos con la botella, la misa, dan testimonios de este buen trato a la bebida. Pero no todos los cuentos son de camaradería, de amor por la bebida, también hay de violencia, de exaltada violencia. La sombra de vivir, el cuento que da título al libro, es la historia de un personaje que está caminando por las calles, de noche, y de pronto repara que su cuerpo no proyecta sombra, ¿Qué?, no veo mi sombra, ¿Qué me está pasando?, ¿soy acaso el hombre sin sombra? Se tocó mil veces el cuerpo como diciéndose, soy un sueño o una realidad, pero ni siquiera había una señal de su sombra.

Entonces vio otra vez alrededor suyo y nada, ni su sombra  ni nada.
Y rodó por la gran urbe llamada lima buscando la razón de estar vivo o muerto.
Y llegó a un lugar conocido, se detiene.
¿Cómo, estoy en Huarás?
¿Qué está sucediendo?

Hace un minuto estuve caminando por la avenida Tacna, del centro de Urna, y termina mis pasos en la avenida Luzuriaga, de Huaras, ¿Qué es  esto, carajo?

Y el personaje sin sombra llega a recordar la pelea con una mujer y la violencia que ella le propinó hasta dejarlo sin sombra.


Un cuento que, como vemos, tiene tintes fantásticos, pero que en realidad es la violencia de una mujer despechada a su pareja.


Pero donde mas se grafica la violencia es en el cuento Sombra de la muerte, donde una mujer, consejera regional de Huaras, lucha contra la corrupción y muerte, de malos funcionarios de su región. Y su final, es trágico. Pero lo que más impacta del cuento es el grado de violencia que ha retratado el autor, la impunidad que alardeaban los corruptos.
Y aquí sí no hay nada autobiográfico, pero sí el interés del autor que supongo ha sido testigo de la violencia y corrupción en su departamento, y que lo ha llevado a la escritura como medio de protesta y de lucha contra la injusticia.

Eso es algo que tiene tradición en los escritores y artistas latinoamericanos, con la acotación que ahora los gobiernos ya no persiguen a los escritores, sino buscan ganárselos, darles alguna prebenda, un lugar y caricaturizarlos, para que su lenguaje y protesta suene falso, y no llegue a su público.
Y es en el otro cuento Sombra gris, donde también se ve la violencia e injusticia; un joven profesor amenazado de muerte por un grupo subversivo, que ante la determinación del docente de no abandonar el lugar ni aceptar ser parte del grupo, consigue la muerte, dejando viuda y huérfanas en su familia.

Por su mente del profesor habían pasado muchas ideas para el futuro de sus hijos y el envejecer junto a su esposa, pero no pasó así, la parca lo adelantó poniéndole una piedra en el camino que se extendía desde su infancia y juventud, su estudio....llego a ser adulto y morir por la misma suerte de la vida.


Y sigue un recuerdo de la esposa del profesor donde se ve su trayectoria para hacerse profesional y llegar a formar su familia.

Nunca esperé este final para nuestro amor que fue grande e inmenso como las cumbres que nos protegen y nos cuidaran hasta nuestros últimos días.

La madre cayó destrozada en un hondo recuerdo que le fulminó el corazón, bañándola en un rio de lágrimas; las tres hijas la abrazaron uniendo sus dolores, sintiendo ver al padre que se levantaba, para decirles: ¡No se dejen derrotar, vencerán!
Y así culmina este breve r cuento por el libro de Ken Sánchez, con sus obsesiones y bebidas, y lucha, claro, y su afán por seguir escribiendo y mostrando sus demonios azules que, gracias al arte de la escritura, cambian de color, y hasta les tomamos cariño, por servir de inspiración y acompañarnos en nuestro diario vivir como escritores.

Gracias,

Lima 20 de julio de 2017


VIVIR MUERTO
del Autor Ken Sánchez

Esta novela breve, pero enjundiosa, nos trasporta por un alucinante itinerario de vida, muy a menudo sombría y a veces jaranista y divertida de su protagonista: El Negro. 

Éste, un joven soñador e idealista que tras culminar la secundaria, se debatía entre el dulce delirio de amar a una mujer y la vehemente pasión por la poesía. Pues su arraigado hábito por la lectura, lo lleva a concebir mundos perfectos e insospechados en su ser se desvivía por convertirse pronto en un célebre poeta, a fuerza de viva inspiración y ávida lectura de cuanto libro encontrara.

En un contexto sociopolítico, plegados de subversión Senderista, corrupción eclesiástica y vida provinciana paupérrima, al Negro le tocó sufrir los inexorables avatares de su destino.

En su tierra natal: Huarás, cual si fuese un sabio trashumante, recorrió senderos, plazas y montes casi infranqueables, siempre con un libro o revista literaria en la mano, al tiempo que suspiraba y le cantaba a los ríos diáfanas profundos, a las tiernas avecillas en su jolgorio, ala virginal floresta y al auroral firmamento.

Al enamorarse por vez primera, y justo de la mujer de sus sueños que le había vislumbrado desde niño, su amor por Anna fue tal que se tornó en una suerte de dulce dicha y encanto que en el calma de su éxtasis y desesperación degeneró, al final, en tragedia.

Pero antes de éste terrible desenlace, el Negro viaja a Huancayo para postular a la Universidad de esta provincia, con el fin de cristalizar sus ansiados sueños de convertirse pronto en un conspicuo docente y escritor.

Una vez ahí, empezaron sus demás conquistas amorosas, aunque larvadas de una infelicidad compulsiva suya, pintándola de cuerpo entero no solo como un enamorado noble y casto en sus sentimientos, si no como bribón y canalla con su ocasional amante. Entonces encarnando lo valores sublimes del amor y la sabiduría, asistimos a su vez, a la mórbida veleidad carnal, que no es sino su acostumbrada frivolidad e infantilismo con que actúa.

Pues así como era de temperamento arisco y taciturno con la gente y sus condiscípulos universitarios, también se deleitaba con cierto desenfreno de la cálida costumbre así al baile, a la bebida y a la bohemia.

Apenas sellaron su pacto de amor con Anna, ésta le narró entre llantos y con inefable dolor, la vil desventura de su madre: el abuso sexual que había sufrido Elizabeth, su madre, perpetrado por un abominable cura de la Iglesia que por desgracia era el único de la comunidad. Contándole entonces, muy sollozante y con el corazón en la mano, acabó confesándole al Negro que lo detestaba a muerte a éste “mal siervo de Dios”, no era más que un repulsivo monstruo con alma de diablo, además de asegurarle que no podía aún perdonar a su madre y que por ello ésta vivía avergonzada y atormentada.

Pronto el Negro, ya en Huancayo, conquista con una poética picardía a una mujer sagaz y apasionada. Pues se diría que allí encontró a la mujer que cubría todas sus necesidades de estudiante y ella saciarse carnalmente le daba todo hasta engreírle, darle todo sus caprichos y por consiguiente ayudándole ha sobre vivir en un pueblo ajeno al de él. Luego de un tiempo, él descubre con cruel decepción, que ella la engañaba, solo era utilizado para dar rienda suelta a sus bajas pasiones; mas él, le hacía difícil y doloroso renuncia a ella, a sabiendas que estaba con ella, porque con ella estaba amparado pecuniario que por el amor absoluto que le había jurado a ésta.

Tras alocadas aventuras amorosas con otras jóvenes de la universidad, se ve involucrado como líder intelectual de una revista que empezaron a publicar, en la que ponían de manifiesto su lineamiento ideológico marxista, con proclamas algo incendiarias y provocadoras en contra el sistema reinante de la época.

Una madrugada, militares intervinieron las instalaciones donde se editaba la revista, siendo capturados los ahí presentes, siendo torturados y luego desaparecidos sin rastro alguno, por fortuna el Negro no había estado con ellos, pronto recibió una llamada de uno de sus amigos cautivos que le alarmó sobre su inminente captura por los militares que le estaban pisando los talones, entonces muy aterrado, desesperado termina abandonando a Irma, su abnegada enamorada, dejándola en total desamparo, sabiendo que estaba embarazada. Sin embargo en ella pudo más el gran amor que sentía por el Negro, valía más su vida de éste que prefirió apiadarse de él y resignarse con hondo pesar a vivir sin su amor el Negro por el resto de su vida.

De regreso a Huarás, su tierra Huarás, vuelve a los brazos de su amada Anna, con la que decide casarse al amparo de la buena voluntad y consentimiento de sus padres. Pero al poco tiempo, su embrazo de Anna, resultó ser trágico. Una madrugada, después de haber asistido a la festividad patronal, se sobrevino a ella, unos horribles dolores que no pudo soportar más, sin presagiar una fatal desgracia.

Su madre la condujo de emergencia al Hospital, mientras ella en el camino se retorcía de una terrible dolencia. Al llegar a dicho centro, los médicos al contemplar su palidez cadavérica, certificaron con cierto estupor que Anna había muerto.

El Negro, al saber, horas después, quedó destrozado su corazón, embargado por la siniestra decepción de esta vida, sucumbió en el maldito alcohol del que nunca jamás se apartó. En esos aciagos días, después de la muerte de su amada, deambulaba algo trastornado por las cantinas. Pese a unas semanas de internamiento psiquiátrico, volvió a escapar para sumergirse en su demoniaco infierno. Así, bajo la inclemente intemperie, continua con sus malas andanzas, ahora ya padeciendo él de una severa encefalopatía y matando a cóleras a la vez a sus pobres progenitores. A raíz de su comportamiento díscolo y casi esquizofrénico, muere su madre y luego su padre, para su peor devastación y desgracia de él.

El Negro, al verse desamparado y asqueado por todo el mundo, es llevado de misericordia por su exsuegra: Elizabeth, madre de Anna, la joven finadita, al sanatorio, donde atormentado por un sordo dolor y terribles desvaríos de amor; así evocándola y llamándola a viva voz a su amada, muere el Negro sumido en la infame locura, en una lóbrega lastima.

En esta historia, nos sumergimos en una gravitante romántica del autor, que por momentos pareciera rayar en el tierno desvarío y una abrumadora nostalgia que contrasta insólitamente en sus recurrentes monólogos interiores, tan semejante a aquél “flujo de conciencia” en “Ulises de James Joyse, donde al igual que Molly Bloom, el Negro intenta explorar más que su mundo circundante los intercalados misterios de su propia alma, buscándose así mismo sin lograrlo hasta su muerte. Su actitud pesimista y su visión feísta e irracional frente a mundo lo atormenta en el irónico trajinar de su existencia, mitigada a ratos con el goce efímero de ciertos placeres carnales con risueñas amantes que él conocía”.  

Al comienzo, destila en su prosa un espíritu anticlerical que condena la burda hipócrita, la bestialidad de aquél sacerdote, sátiro e inmisericorde contra Elizabeth, madre de Anna. Quien llegó a odiarlo a muerte por su monstruosa villanía, y no aceptar nunca como su padre.

Su compulsivo delirio con que vive, da la sensación que si pues “Vive Muerto”, sobresaltado muy a menudo, suspirando y hablando solo como fuese un orate, arrastrada por su implacable demonio interior que lo abstrae de su cruel realidad, divagando como entre sueños, cual gemebundo forastero, tan igual que “El Extranjero” del existencialista Albert Camus. Con sensación onírica, va tropezando, renqueándose por el mundo sórdido, muy perplejo y atormentado con su descarnado dolor, al tiempo que solía ser acariciado por una bendita brisa de amor, tan reconfortante y divina de una dulce mujer de la que solo la muerte lo separó.

Con fina ironía, Ken Sánchez, revela su raigambre surrealista, su prístina prosa poética todo el vivo contexto de la novela, emulando con chispeante genio aquél verbo lírico de César Vallejo y su predilecto novelista colombiano: J.M, Vargas Vila con su “Flor de Fango”. Sin duda, “Vivir Muerto”, es una palpitante historia, quizá autobiográfico de Ken Sánchez, quien, lejos de meros verbalismos o bizarra  grandilocuencia, nos da lo cuenta con gran dilección y estremecedor realismo, con tal sobriedad y desnuda franqueza que jamás consiguió sustraerse a su maquinal extravió y dolor, el Negro.

*Jaime Sánchez

                       
    

        

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