Lima en 1966.
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Antología mínima de YO ES OTRO (2007)
de Johnny Barbieri
SEGUNDA MUERTE DE MARÍA[1]
40 AÑOS DESPUÉS
María volvió a besar los muros de sus calles intransitables
andar a pie confundida por las luces de los anuncios comerciales
llamar a Isaías por su nombre
aunque ya no haya ningún perro
que responda con sus ladridos ensordecedores
sólo una misma imagen dando vueltas en la habitación
ocultándose en un rincón del cuarto
María seguía siendo fea
y yo seguía clavado a su belleza intangible
acariciando su cuerpo infinito sus cabellos ondeados
sus manos que hacían los espacios perfectos
pero su edad se volvió una gran sombra
sus tardes se ataron a sus lágrimas
dentro de una pequeña cabaña solitaria
sola con mi recuerdo
y su inocencia perdida una noche de otoño
María se desnudaba ignorando las miradas del mundo
su cuerpo puro y cálido
su olor indeleble
y toda su tristeza áurea
permanecía intacta en mi memoria
en la imagen que dibujaban las cortinas
bajo este mar de sombras
La botella de leche en el mismo rincón
Isaías temblando solitario en una esquina
mi hijo envuelto en una sábana blanca
estaban allí
en ese silencio de la noche
en ese aullido de la soledad que lo abrazaba todo
María estaba muerta
mi hijo heredó su perfume
su gran melancolía
su perro miserable
yo la abracé llorando
pero su aliento de pobre no pudo más
ella murió
y yo morí con ella
Una noche como estaMaría estaba de pie
pegado a la pared de la habitación
y sus calles inhabitables andaban por el cuarto
punzando aquellos años de felicidad
golpeando a la puerta que había decidido
no abrirla para que no huya Isaías
y su olor no se desvanezca con el olor de la mañana
y su recuerdo continúe grabado en los viejos papeles
Mi niño alcanzó los planetas
jugó con las estrellas
y escapó por la ventana
María instantáneamente
tomó su cuerpo
agarró su ropa
abrió la puerta y se alejó presurosa sin mirar para atrás
El cielo cayó a mis brazos
los años me hicieron viejo como un viejo árbol
y mi perro murió en su rincón de siempre
Hace años que ya la casa no es la misma
mi niño cuelga del cielo
y María está pintada en la pared de la habitación
con sus cabellos ondeados
su cuerpo infinito
y su tristeza áurea y definitiva como la mía.
[1] Segunda muerte de María, poema publicado en el poemario MAKA (Ediciones Noble Katerba, Lima, 1999) en base al poema Primera muerte de María de Jorge Eduardo Eielson.
COLORETES (Fragmento)*
Johnny Barbieri
Él le reprochó haberla dejado, mientras ella no pudo mirarle a los ojos, él quiso abofetearla, ella volteó la cabeza y miró hacia unas rocas, él la tomó del brazo y descargó con palabras toda su ira, ella lo dejó hablar, luego sin poder ver sus ojos le dijo que no había insignificado nada para ella. Ban -me dijeron- contó que ella rió casi a carcajadas y se burlaba en presencia del otro hombre. Eso lo mató. La tristeza le produjo una fuerte depresión, la depresión lo impulsó a beber, el alcohol le hizo recordarla como recuerdan los machos a sus hembras, no pudo soportarlo y entonces se mató. Se colgó como alguna vez colgó sus cuadros, esos sueños en aquella escuela para soñadores, recuerdo aquel reloj de pared que me regaló, yo lo colgué, recuerdo la corbata azul que le regalé y que nunca se puso, él lo dejó colgado en la percha. Yo no estuve con él y eso lo estoy sufriendo hasta hoy colgado de estas penas.Ahora ya todos pueden saber a quien corresponden estos espectros que como auroras boreales están iluminando mis oleos, esta solidez de las formas están llenas de él, esta proyección de líneas están llenas de él, esta concreción de cromatismos como la noche que está cubriendo cada rincón con sus tonos oscuros están cargados de él. Yo sólo intenté pintar los diálogos que alguna vez tuvimos en el cuarto frente a cada una de nuestras angustias. Yo sólo busqué pintar el poco de amor que en una pensión de Lima me ofreció con sus dos manos abiertas tratando cuidadosamente de no derramar ni un poquito, como aquella copa llena de vino que solía ofrecerme para curar mis angustias. Yo sólo quise pintar sus ojos cargados de tanto amor para mí; pero sólo logré estas pinturas, plausibles para todos, pero pura autodestrucción para mí, como fue la vida de Banchi. Ahora que estoy muriendo quiero que eso quede muy claro. Mi arte fue el producto de mi más extrema desesperación, de mi más angustiante vacío…tengo ganas de comer una tarta de queso con mermelada, hace frío, René, cierra esas ventanas.
*Cuento finalista en la XIV bienal de cuento "Premio Copé 2006"
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